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Gritos de alegría
Sébastien Maillard

Gritos de alegría a su paso. Pasos de danza con bubús multicolores antes los cascos azules que vigilan la multitud que agita los ramos. La llegada del Papa Francisco en la mañana del 29 de Noviembre, bajo un sol de justicia, da la impresión de un pueblo que acoge a su salvador y que incrementa la esperanza del regreso de la paz con una condición: el perdón y la reconciliación.


Así es como abre la puerta santa de la catedral de Bangui. anticipándose así al jubileo de la misericordia. Un año santo que, en el difícil proceso de pacificación en un país en guerra civil desde hace tres años, quiere conducir al pueblo a un proceso espiritual de reconciliación nacional. En este sentido el santo Padre confesó a varios jóvenes en la catedral dentro de una celebración penitencial.

“Todos somos hermanos”

“No hay paz sin perdón” resumía antes improvisando unas palabras durante la visita de un campamento en la capital de 3.700 refugiados del país. “Todos somos hermanos” lanzó e hizo repetir a niños y mujeres de ese centro parroquial que le acogían con una fiesta. El Papa les explicaba que sólo esa fraternidad les permitiría salir de la violencia que opone a los “Anti-balaka”, milicias de autodefensa donde los cristianos son mayoría, contra los Seleka, rebeldes del Norte de Centro-África de mayoría musulmana marginados por el poder.

“Dios no distingue”

Al visitar a los cristianos y al día siguiente, lunes 30 de Noviembre, a los musulmanes en la mezquita central de Bangui, el Papa quiere mostrar que no son las religiones la causa de la guerra, al contrario, son ellas las que ayudan a conseguir la paz porque son fuente de fraternidad.

“Dios no distingue a los que sufren”, recordó el domingo por la tarde en el encuentro que tuvo con las comunidades evangélicas; encuentro de apoyo a la colaboración inter-religiosa entre su presidente, el pastor Nicolas Guerekoyame-Gbangou, el arzobispo de Basngui, Mons. Dieudonné Nzapalainga y el imam Oumar Kobine Layama.

«LAS ABOMINACIONES COMETIDAS»

«Los últimos acontecimientos de la crisis en el país aparecen como abominaciones cometidas en nombre de la religión por gente que se dice creyente » denunciaba la presidenta del país, Catherine Samba-Panza, en el proceso de transición iniciado en Enero del 2014.

En un vibrante discurso de acogida al Papa, con un tono más religioso que político, esta mujer católica, antigua alcaldesa de Bangui, reconoció la necesidad vital de perdón para abrir el futuro del país. Saludó el valor de Jorge Bergoglio al aceptar permanecer día y medio en la capital centroafricana a pesar de las medidas de seguridad.

Las carreteras que el Papa no dudó en tomar durante cinco kilómetros en papa-móvil abierto estaban bajo el control de blindados de Naciones Unidas y el apoyo de fuerzas francesas (Sangaris).

“Calma” frágil

Los controles de las milicias que sembraban el terror en algunos puntos de la ciudad se retiraron, pero rumores de todo tipo se propagaban el domingo. La paz sigue siendo frágil. El domingo 29 por la mañana tres jóvenes eran asesinados en la parroquia de un barrio de mayoría musulmana. muerte que no parecían relacionarse con la visita del Papa.

«Desde hace una semana hay tranquilidad”, comentaba alguien de la ciudad en un barrio controlado por los anti-balaka. Queda por ver si esta calma que se observa ahora seguirá después de la marcha del Papa el 30 de Noviembre y extenderse por todo el país en plena campaña electoral para las elecciones que tendrán lugar el 27 de diciembre.

Sébastien Maillard, Centro África.